A finales de mayo de 2014, justo después de obtener Podemos cinco eurodiputados, Carlos Jiménez Villarejo, nº 3 de la candidatura y uno de sus principales dirigentes, recalcaba en un artículo que «no existe ningún derecho a la secesión de Cataluña». Parecía que por fin el nacionalismo nada o muy poco tenía que ver con esta nueva formación de izquierdas en Cataluña, pues algunos daban a entender que querían romper con el tradicional nacionalismo obligatorio y además querían acabar con la «casta» , con la corrupción y regenerar en profundidad la vida política . En Cataluña además Podemos se nutría de un electorado que era muy mayoritariamente no nacionalista. Pues bien, muy pronto fuimos descubriendo con asombro como se repetía la historia y el nacionalismo acababa también haciéndose con el poder en la dirección de Podemos en Cataluña, con la «bendición» del propio Pablo Iglesias. Esto ya lo habíamos vivido en su momento con el PSUC y con PSC-PSOE, por no hablar de la lamentable experiencia del tripartito. Ante este panorama, Jiménez Villarejo, Enric Martínez, Vicente Serrano y otros dirigentes no nacionalistas de Podemos en Cataluña, sintiéndose defraudados y marginados, o bien se han alejado o bien han abandonando la formación.

Por si todo esto fuera poco, nos encontramos que el líder de Podemos en Tarragona, Gerard Bargalló, recientemente elegido diputado, tiene que dejar hace unos días su acta de diputado, al verse involucrado –según informan diversos medios de comunicación– en un fraude a la Seguridad Social, por estar cobrando el paro durante 10 meses sin corresponderle, por un importe total de 8.816 €. Esto se suma a otros casos que han ido salpicado desde su fundación a dirigentes de Podemos (Monedero, Errejón, …) y lo que es más preocupante se producen sin haber tocado prácticamente poder.

Desgraciadamente, desde mi punto de vista, lo que fue hace un año y medio una gran esperanza para cientos de miles de españoles y de catalanes se ha echando a perder.

María López García (Tarragona)

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