
Son muchas las razones por las que la ciudadanía española no puede aceptar el indulto a los golpistas nacionalistas:
- Pusieron en grave peligro cientos, incluso millares de vidas: un disparo en pleno acaloramiento político de un cazador, guardia rural (como el famoso receptor del consejo “la república no existeix, idiota”), un policía municipal o autonómico, o incluso de mercenarios, hubiera podido desencadenar una espiral de violencia armada con un baño de sangre (como los que en fechas previas evocaron en medios de comunicación escritores “orgánicos” como Manuel Castells y Manuel Delgado, entre otros).
- Causaron (y siguen causando) estragos multimillonarios en la economía catalana y la del conjunto de España.
- Causaron (y siguen causando) destrucción de decenas de miles de puestos de trabajo en la región y en el conjunto nacional.
- Malversaron millones de euros del erario público.
- No se arrepienten de sus gravísimos delitos.
- Insisten en hacerlo de nuevo en cuanto tengan oportunidad.
- La experiencia histórica (1934-1936) nos enseña las gravísimas consecuencias de que los golpistas nacionalistas no cumplan sus penas.
Los catalanes democráticos nos oponemos a indultos y mesas de negociación del Gobierno con aquellos que nos quieren convertir en extranjeros en nuestra tierra. La estrategia de cesión durante 40 años nos ha traído hasta aquí. Lo que hace falta es una respuesta política que refuerce la presencia del Estado de todos en Cataluña, que elimine el adoctrinamiento y la inmersión lingüística obligatoria y monolingüe en las escuelas, y también una mejor comunicación de la verdad histórica de Cataluña en España, un refuerzo de lo que nos une, durante tantos años minado y ocultado por la cizañera estrategia del nacionalismo identitario catalanista.