El prestigioso diplomático y veterano embajador rebate los argumentos del publicista político en defensa del PSC-PSOE y Pedro Sánchez

Las declaraciones de Joaquim Coll a Iñaki Ellakuría publicadas en «El Mundo» de ayer son lamentables. En la entrevista, considera al PSOE y al PSC como partidos distintos a los que exculpa de la actual situación en Cataluña, de la que culpa a Mariano Rajoy y la derecha, a la que acusa de carecer de sentido de Estado. Ensalza la labor de Pedro Sánchez, al que la derecha acusa en base a mentiras, pues no ha hecho nada para traicionar a la democracia española ni ha cedido nada a ERC. Comento algunas de las disparatadas afirmaciones de Coll, que espero que no reflejen la posición de Societat Civil Catalana (SCC).
1) Culpabilidad de Rajoy y la derecha: Rajoy fue el principal responsable de la situación en Cataluña por su política de apaciguamiento y su decisión de dejar todo en mano de los jueces. Debería haber aplicado el articulo 155 de la Constitución desde que Artur Mas convocó el referéndum ilegal del 9-N.
¿Lo habría apoyado el PSC? Lo dudo. Cuando el PSOE apoyó de mala gana su aplicación tras la disparatada declaración de independencia de 2017, PSOE y Ciutadans impusieron condiciones que lo hacían inviable, impidieron que se abordaran la reforma de la educación y el control de los medios de comunicación, y que se desmontara la estructura de Estado que había construido la Generalitat, y forzaron la celebración rápida de elecciones, que permitieron que los secesionistas siguieran controlando el poder político, social, económico cultural y mediático de Cataluña. ¿Fue el PP el único partido que propició el apaciguamiento? Rajoy tuvo buena parte de responsabilidad, mas por omisión que por acción, pero los principales responsables fueron los nacionalistas con la connivencia del PSC.
Salvo los que no quieren enterarse, todos sabemos por dónde va el PSC desde la Transición. Rajoy no dejó el tema en manos de los tribunales, sino que éstos tuvieron que intervenir ante las continuas y reiteradas violaciones de la Constitución y de las leyes, y gracias a ellos y el Rey se consiguió evitar la secesión de Cataluña,
2) Sentido de Estado: Al PSOE le ha faltado a veces sentido de Estado, pero no tanto como a la derecha.
El PP, sin embargo, ha ofrecido al Gobierno pactos de Estado sobre las cuestiones básicas (Justicia, Política Exterior, Economía, Educación, Migraciones o Política Demográfica), pero Sánchez no ha respondido a sus ofertas y ha ignorado olímpicamente a la oposición. El PSOE en España y el PSC en Cataluña han establecido un cordón sanitario en torno al PP desde el Pacto del Tinell. ¿Tiene sentido de Estado un partido que se asocia y tiene como aliados preferentes a quienes quieren desintegrar la nación española?
3) Elogios a Sánchez: Es un político que intenta sobrevivir y mantenerse en el poder, lo que a Coll le parece normal.
Pero, ¿puede hacerlo a costa de gobernar con los antisistema de Podemos y aliarse con los separatistas de ERC y del PNV y los herederos de ETA de Bildu? Gracias a su «no es no», logró que el PSOE no fuera sobrepasado por Podemos, para luego co-gobernar con él por culpa de Albert Rivera. ¿Ofreció Sánchez a Rivera en algún momento la posibilidad de formar un gobierno de coalición con Cs? Coll dice que Sánchez es un «españolazo»: no sé si es un piropo o un insulto.
4) Política de Sánchez: Se pregunta Coll en qué ha cedido el PSOE a ERC y en qué traicionado a la democracia en España.
A la primera pregunta cabe responder que en muchas cosas, tales como en la aceptación del derecho a decidir, el apoyo a un referéndum legal, la creación de una mesa de dialogo en pie de igualdad, el reconocimiento de la existencia de un conflicto entre España y Cataluña, la admisión de un mediador internacional para solucionar el conflicto, la concesión injustificada de indultos a los secesionistas, la tolerancia con la «política exterior» de la Generalitat y proliferación de «embajadas» políticas, el tratamiento privilegiado en el ámbito económico, la cobertura a coste cero de la deuda basura de Cataluña, las criticas al Tribunal Supremo (TS) por la sentencia del «Procés», las presiones sobre el Tribunal de Cuentas para que acepte el aval de la Generalitat a los condenados por el Procés y no les multe, la intención de modificar el Código Penal, la abstención del Gobierno de su obligación de hacer cumplir las sentencias -especialmente las del TS y TSJC sobre la obligación de un mínimo del 25% de la enseñanza en castellano-, o la inacción ante las continuas violaciones de la ley.
Respecto a la segunda pregunta, el PSOE actual no es que haya dejado la socialdemocracia, sino que ya ni siquiera es socialismo, sino sanchismo puro y duro. PS ha traicionado la democracia poniendo en tela de juicio la Transición, tratando de controlar el poder judicial, desprestigiando la monarquía y sustituyendo al Rey en su representación del Estado en el exterior, … gobernando con un partido partidario de la desintegración de España, o -sobre todo- teniendo como aliados preferentes a los separatistas de ERC y a los filoetarras herederos de ETA, blanqueando a Bildu y a sus dirigentes como Otegui y los asesinos liberados de la cárcel merced a la generosidad del sistema penitenciario español y la voluntad política del Gobierno, y humillando sin cesar a las victimas del terrorismo.
5) Desconstitucionalización del PSC: Aunque formalmente sea un partido independiente del PSOE, como sostiene Coll, el PSC es su «franquicia» en Cataluña y debe obediencia y lealtad a la casa madre, aunque no siempre haya sido así, como cuando los socialistas catalanes – entre los que se encontraba la actual Presidenta del Congreso, Meritxell Batet– votaron contra la candidatura de Rajoy a formar su primer Gobierno.
En cuestiones catalanas, sin embargo, el PSOE ha ido siempre a remolque del PSC, como se puso de manifiesto cuando se sustituyó la Declaración de Granada por la de Barcelona en la cuestión de organización territorial. En el partido ha habido desde el principio dos almas: una nacionalista integrada por la burguesía catalana – que llevaba las riendas del partido- y otra proletaria charnega, que soportaba mal las afinidades nacionalistas de sesgo separatista. Pese a su rivalidad electoral, los dirigentes socialistas siempre se han llevado bien con la rama izquierdista del nacionalismo, con la que gobernó coaligada en dos tripartitos. El nefasto fontanero mayor del PSC, Miquel Iceta, siempre coqueteó con el nacionalismo, aceptó el derecho a decidir y el referéndum, quitó importancia a la sedición del 1-O, criticó el fundamental discurso del Rey, se negó a que el partido participara en la multitudinaria marcha constitucionalista del 8-O, propugnó los indultos de los políticos secesionistas condenados, y ha favorecido las coaliciones con ERC en diputaciones y ayuntamientos.
El sucesor Salvador Illa ha seguido su tónica y hace una oposición de carcajada y, pese a haber ganado las elecciones, se opone a la formación de un bloque opositor constitucionista y siempre está dispuesto a pactar con el Govern y formar un nuevo tripartito. Aunque es consciente de que detrás del proceso de construcción nacional de Cataluña hay un proyecto identitario y totalitario, en el fondo lo apoya.
Coll ha dicho que la pretensión de la derecha de excluir al PSC del constitucionalismo es un gran error, pero el centro-derecha le ha tirado reiteradamente los tejos para que se incorpore a una oposición constitucionalista coordinada y ha sido el partido el que se ha auto-excluido. Si por sus obras les conoceréis, las del PSC están más cerca del nacionalismo que del constitucionalismo.
6) Federalismo: Coll se ha pronunciado por el federalismo para solucionar el conflicto territorial.
Aunque reconoce que el régimen autonómico es cuasi-federal, estima que falta en España cultura federal, cuando lo que realmente falta en el socialismo es conocimiento de los que supone el federalismo. Propugna un federalismo asimétrico que tiene más de asimetría que de federación. La propuesta del PSC – avalada por el PSOE- ignora los principios básicos del federalismo, que son la igualdad de los Estados federados y de todos los ciudadanos de la federación y la «cláusula federal», que significa que el Gobierno federal prevalece sobre los Gobiernos federados. Puede que el Barça sea más que un club, pero un Estado federado no es más que otro. En cualquier caso, los nacionalistas no aceptan que Andalucía o Castilla y León puedan ser iguales a Cataluña, y rechazan la propuesta socialista por no ser suficientemente asimétrica a favor de Cataluña.
7) Educación: Mantiene Coll que el PSC no fue el padre de la inmersión escolar, sino que fue «una propuesta sobrevenida a finales de los ’80.
¿Bajó inopinadamente del cielo? La fue preparando pacientemente Jordi Pujol y tuvo su primera manifestación en 1983 en Santa Coloma de Gramanet y otros pueblos del cinturón rojo de Barcelona predominantemente hispanoparlantes, y puntualmente estaba justificado en algunos casos para permitir a los hijos de los inmigrantes aprender el catalán. Coll asegura que nunca hubo acuerdo sobre la inmersión ni consenso en que fuera el modelo educativo que se impusiera con carácter general, pues era un método injusto que no se aplicaba en ningún otro lugar del planeta. No sé si fue un invento del PSC -aunque algunos socialistas así lo afirman-, pero gozó desde el principio del beneplácito del PSC.
Excusa Coll que la hegemonía nacionalista era tan fuerte que convenció al partido de que ese debería ser su modelo educativo. En cualquier caso, el sistema se aplicó con carácter general a partir de la Ley de Educación Catalana de 2009 adoptada bajo un Gobierno tripartito presidido por un socialista. Pese a que Coll reconoce que es una anomalía y una injusticia, el PSC lo ha apoyado y sigue apoyando a muerte y se ha sumado al proyecto de la Generalitat de blindarla aun más.
José Antonio de Yturriaga
Referencias:
Joaquim Coll: «La España del 78 es deudora del catalanismo político», https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2022/02/12/62059916e4d4d8e4508b45d4.html