Izquierda sin nacionalismo en Cataluña – Crónica Popular

Por Ángela Herrero y Enric Martínez

Dicen que IU regresa a Cataluña. No sabíamos que se hubiera ido, pero la noticia anima a una parte de EUiA que, harta de ser manejada al antojo del nacionalista (de conveniencia) Nuet, anhela línea directa con IU. También anima a muchos desengañados con la pseudo-izquierda catalana que apenas se ha distinguido de Convergència en asuntos fundamentales como la lengua (leyes de normalización e inmersión lingüística, multas comerciales), la identidad (el “fer país” de Pujol, el “Catalunya és una nació”), las banderas, los Municipis per la Independencia y el tramposo “derecho a decidir”. “Izquierda” siempre obediente al pujolismo ideológico,de la que bien puede decirse que es una suerte de nuevo social-nacionalismo (el pacto de CUP con Convergència ejemplifica lo peligroso de unir ambos términos, nacionalismo e izquierda).

A estas alturas de una historia casi cíclica, que se repite, acaso “como farsa”, no se entiende que la izquierda catalana no nacionalista suponga que la “llegada” de IU sería la solución, ni qué problemas cree resolvería. Va de suyo que sería bueno para ese partido como estructura, pues necesita recuperar parte de la representación parlamentaria, y consiguientes recursos públicos derivados, que Podemos se le ha merendado. Pero, ¿y para nosotros, esta izquierda catalana en la orfandad política?

De momento, como si de un acercamiento al PSOE en aras de formar gobierno para España se tratase, IU parece haber orillado – por ahora – el referéndum catalán. Nos alegra, pero ni es suficiente ni creemos que vayan a dar pasos definitivos. No porque carezcan de buena voluntad, eso por descontado, sino por otros motivos.

El pacto histórico de la izquierda española con el nacionalismo catalán

Todas las izquierdas españolas han asumido lo esencial del ideario nacionalista sin debate, en una suerte de complejo de culpabilidad cómplice; como si creyesen el relato de una España imperialista castellana, mala-malísima, y fueran deudores de ciertas culpas históricas. Daño real o ficticio que hemos pagado nosotros aquí: en Madrid lo asumen conceptualmente; en Cataluña los no nacionalistas lo pagamos materialmente.

La evidencia de ello es histórica y procede de la Transición. Tanto el PCE-PSUC como el PSOE-PSC han tenido una suerte de pacto histórico, tácito unas veces, explícito otras, con el nacionalismo catalán. Las causas de esta connivencia, en ambas tradiciones partidistas, incluyen las siguientes:

Supuesto enemigo común con el nacionalismo catalán: a saber, la derecha española, ahora el PP, como si los catalanes no tuviéramos que aguantar una derecha casposa, rancia y, para colmo, nacionalista, frente a la que se nos entrega como moneda de cambio. En la época González se aducían razones de “gobernabilidad” para fraguar unos indecentes pactos que llevaban al poder en Madrid al PSOE y en Barcelona a CiU (como luego al PP y a CiU, análogamente), bajando todos la cerviz ante Pujol. Con tal de que en Madrid gobernara el centro-izquierda, en Barcelona podíamos, debíamos doblegarnos ante la derecha etnocatalana. El mismo patrón de alianzas parlamentarias se reproducía en el seno de los partidos, dando preeminencia al nacionalismo, también en IU. De igual manera ocurre en los partidos de izquierda que no han alcanzado el poder.

Voto “cautivo”: los partidos nacionales de izquierda han tenido siempre la fidelidad del voto charnego, creen que con traer algún dirigente famoso y hacer campaña en castellano lo tienen asegurado (como siempre), y que el único espacio a ganar es el de votantes nacionalistas, por lo que sólo cediendo a las exigencias nacionalistas van a aumentar su representación y recursos económicos, mediáticos y de negociación.

Identidad de clase entre los titulados universitarios hijos de una clase media-alta  que dirigen la izquierda estatal y los titulados universitarios de idéntica clase social del nacionalismo catalán, con quienes sienten mayor afinidad que con los hijos de los charnegos (algunos titulados, es cierto, pero de extracción social menos distinguida).

“Captura” organizativa: quienes se acercan a los partidos procedentes del nacionalismo suelen ser de clases pudientes, con más tiempo libre y disponibilidad, y con más dinero con el que poder financiarse, por lo que pronto logran mayor influencia y mejores expectativas en las listas electorales.

Como resultado de estos factores, en el juego de intereses de los partidos estatales de izquierda acaba pudiendo más un posible bloque o alianza con los nacionalistas que con los no nacionalistas. De ahí que en los más de cuarenta años desde la Transición, de “Madrid” no nos ha llegado más que complicidad con el nacionalismo y marginación dentro de las organizaciones (partidos y sindicatos) para la izquierda no nacionalista. Aun sabiendo lo nocivo que era Pujol, nos dejaron en su poder, y si no espabilamos volverán a dejarnos en manos nacionalistas (también Podemos busca formar gobierno mediante un acuerdo con el nacionalismo). Por eso:

Nuestros problemas son primordialmente nuestros

Todas las soluciones a los problemas de la izquierda catalana frente al nacionalismo surgirán de la propia Cataluña, o será imposible, porque las organizaciones de ámbito español cojean de lo mismo: están rendidas al nacionalismo. La última reiteración, y no porque no hayamos luchado por evitarla, ha sido la de Podemos, encumbrando a los Ubasart, Franco-Rabell, Doménech, Fachín, salidos de las filas de Procés Constituent (monja Forcades y cristiano seglar «de base» Oliveres), todos ellos nacionalistas. Así están ahora tan ufanos enarbolando a solas el sedicente “dret a decidir”, cuando ya ni los nacionalistas están por la labor, al abrigo de las protectoras faldas de “Big Mama” Colau.

Hay quien piensa que IU se apartará del nacionalismo por no encontrar en Cataluña más que un ala marginal de EUiA y grupúsculos extraparlamentarios. Craso error. Aunque más discretamente, las premisas del nacionalismo también están en ellos, y muy arraigadas. “Programa, programa”, exigía Don Julio. Pero esos grupos, grupúsculos y “notables” abogan o callan respecto al pernicioso monolingüismo escolar e institucional; ante las pretensiones de reducir la redistribución económica interterritorial; ante la tóxica pretensión de autodeterminación catalana; ante un referéndum que, incluso si decidiera mantener la unidad, sienta precedente para más aventuras secesionistas; abogan o callan ante un proceso secesionista que lleva años agravando las condiciones económicas y sociales de la clase trabajadora.

Por añadidura, hay que prever que, más temprano que tarde, IU buscará alianzas con otros grupos y personalidades notables atravesados por el nacionalismo que no logren acomodo en el proyecto Colau-ICV-Podem.

La experiencia enseña que IU, junto a sus potenciales aliados locales, marginados por el pacto en torno a Colau-ICV-Podem, es incapaz de defendernos. No han hecho nada ni muestran interés en comprender estos problemas:

1- Ignoran el problema lingüístico catalán, confundiendo derechos de las personas con patrimonialización territorial siendo, además, los castellanoparlantes políticamente minorizados la amplia mayoría demográfica. No les ha preocupado, ni preocupa, el daño que la inmersión y la normalización lingüística causan a la igualdad de oportunidades y la justicia social.

2- Están en el juego de anteponer los privilegios de las tribus a los derechos de los ciudadanos y la imprescindible igualdad, la cual requiere de redistribución y reequilibrio económicos interterritoriales y no cabe ceder al albur de chantajes “soberanistas” desde territorios aventajados. Ejemplos de sobra hay en la historia reciente.

3- No conciben que la unidad de España no es hoy otra cosa que la igualdad y libertad en derechos y deberes de todos y la viabilidad de un gobierno popular soberano y robusto para defendernos de los abusos del capital y grupos privilegiados y de las interferencias de poderosos actores públicos y privados nacionales e internacionales.

El pasado nos enseña que únicamente los catalanes nos podemos liberar de nosotros mismos. La recomposición de los restos de IU en Cataluña no resolverá nada. La solución no vendrá de Madrid: debe gestarse aquí y ahora. Porque los charnegos no podemos permitirnos el lujo de regalar nuestros votos para servir de moneda de cambio con el nacionalismo y debe defenderse la igualdad de derechos entre todos los catalanes. Porque es en Cataluña donde sabemos cuál son el ideario político, los juegos de palabras y lo que oculta la retórica sibilina del nacionalismo (que al resto de españoles engatusa). Porque tenemos consciencia de la necesidad de una soberanía popular fuerte y la igualdad de derechos de todos los de abajo. Porque así como Ciudadanos únicamente pudo salir de Cataluña, un partido de izquierdas sin nacionalismo debe hacer lo propio.

Para eso está UNIDOS SI.

Ángela Herrero Vicario (licenciada en Antropología y bibliotecaria de profesión) y Enric Martínez Herrera (profesor de Ciencias Políticas y Sociología) son miembros de la Comisión Ejecutiva de UNIDOS SI

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