Mientras la gente pelea por cómo llegar a fin de mes, la izquierda asentada repite como un mantra la novedad filológica y nos fuerza a hacer el ridículo grupal de la división en géneros
El nivel ha bajado mucho y nuestras exigencias aún más. La vida social, lo cotidiano, se ha visto comprometido del tal modo que estamos intimidados. Intimidados por las mentiras que tienen un período de caducidad cada vez más limitado. Intimidados por lo que rodea a la pandemia, en ocasiones tan letal como la pandemia misma; una ciudadanía embozada de mascarillas provoca un rechazo visceral. ¿Alguien se imagina las playas del verano llenas de sujetos con dos piezas sobre el cuerpo: el bañador y la máscara? Será alucinante y dará pie a que los cuerpos serranos se animen al nudismo y aparezcan con una única prenda que les evite el escándalo; se cubrirán la cara, que es algo más singular en el ser humano que los culos y las tetas. Un chiste siniestro que no se les hubiera ocurrido ni a Chumi Chúmez ni a Azcona.